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en esta tarde. Tu retrato:
mirada mohína,
escondida entre arrugas ocres,
mierda de años
que los soles castigaran;
no advierto tus ojos, se me antojan negros,
como negro fue tu sino;
una boina raída, puerca de cuadra,
que pregona a lo lejos su hediondo
maquillaje;
encorvado todo tú,
una chaqueta de vete tú a saber cuál color
un día lo envolvió toda ella.
sujetan al hombro la herramienta.
la mano alzada sujeta y aprieta el puño
que maldice no sé qué imprecaciones
apenas comprendidas,
propiciadas por un chucho y su ladrido,
dirigidas a cualquiera que sienta cerca;
una azada desgastada de decenios,
levantada al aire amenaza un golpe falso
en claro desafío a nadie,
en su impotencia
que hoy comprendo.
ladrarle largo y sin sentido.
como mis gentes,
que observan-miramos a otra parte
cuando la miseria, el hambre y la desidia
teníamos tan cerca.
todo termina, vuelve la calma,
sigue el hombre su camino.
doman la herradura, le dan forma.
el juego interrumpido de chiquillos se acalla.