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martes, 5 de octubre de 2010

APENAS UNA RÁFAGA DE TIEMPO



APENAS UNA RÁFAGA DE TIEMPO


Apenas una ráfaga de tiempo
diluyó la espera de cuarenta
y fueron sencillos pasatiempos
de charla o de naipe, de canto o de caricia
de un estío tras otro
y son ellos
esos entretenimientos
que siempre esperan y callados nos reciben.

Somos firmes y en grupo somos fuertes
las ausencias el grupo nos hace llevaderas
la lágrima convertimos en sonrisa
para no padecer y sufrir
lo que siempre ha sido nuestro
convertimos en presente cada segundo de recuerdo
que guardamos en imagen de papel
o vivencias de memoria
muy dentro nuestro, muy dentro.

Nos buscamos en acento inevitable
de esta tierra curtida en negro de azabache
en paisaje que, cada año, apenas reconozco
cantamos al aire nuestras penas
los males espantamos con los gallos
que incluso al alba dejan su aposento
al lado nuestro, justo al lado.
Una ráfaga de tiempo,
apenas una ráfaga de tiempo
que impregnó la paleta de la vida
pintó con mil colores
cada cual un dibujo en su tono
algo diferente al otro para hacernos un conjunto
así a lo lejos haciendo perspectiva
vemos lo que un día vimos
nos ciega su luz de placer infinito
deseado y buscado cada año
aquí venimos, aquí nos encontramos
aquí deseamos hacernos nuestros.

Es una dosis de puro placer que nos envuelve
es un vicio necesario que se hace inevitable;
es la luna que deviene a cada noche
e ilumina mis pasos ya cansinos;
es la nube que me deja en mí
caer sus gotas
hace crecer dentro de mí su sentimiento;
es como la bruma pasajera
que da la luz postrera tras su huída
acoge en mi seno su tremendo silencio;
es el sol que ciega a la mañana
y abrasa las gargantas
los mediodías insufribles;
es el espacio de su sierra
que tumba su verde seco en montoneras
de cascajo y tierra infértil en orden y desorden
poco firme y extensa amontonada;
es el olor que me embriaga
del romero y del tomillo;
es la abeja que liba y que me guarda
su trabajo para mí ya prohibido;
es la picota de su torre
que tumbada de deseo inclina su mirada al visitante;
es el deambular sin son y sin concierto
por calles en pendiente y caracolas dibujadas
por la ladera del monte crecido
con el tiempo de años de primicias
en sus pies extensas;
en esta corte de un rey inexistente
corte se me hace que es de maravillas
crecimos, hemos crecido, crecemos,
expandimos, lejos, al aire de la tierra
la simiente que el tiempo la germina
la hace crecer y opone al tiempo
nuevos rostros y enfrenta
la mirada a quien quiere mirar,
extasiar el pensamiento
el recuerdo de niñez, de una adolescencia
de la juventud alejado de su manto.

Apenas una ráfaga de tiempo,
cuarenta que se fueron
casi en un suspiro.
Dentro de mí,
seguro dentro nuestro,
ha dejado impresa
con su paso
la huella del amigo y de la amiga
el andar firme del seguir unidos
el sosiego del abrazo
la paz del beso en la mejilla,
la mirada amable del amigo,
el recuerdo escrito en la memoria
de las risas y el encanto
de veladas largas, muy largas…

Son cuarenta tanto tiempo
si lo miras amiga, amigo
apenas, casi apenas
no fue nada,
apenas una ráfaga de tiempo.

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