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¿SERÁ MANSA ENVIDIA?
La tarde se escondía,
dejaba en mi cuerpo,
no sé por qué,
un desasosiego inesperado,
ahogaba a mi conocimiento
la luz aún difusa y huidiza.
Alejábase acallada por nubes tornadizas
en rojos apagados,
filtrados por grises blanquecinos
de algodón como usado,
salpicado de apenas unas manchas.
Suaves atardeceres de invierno
formáis solidaria compañía
en mí y para mí en mis paseos
entre vuelos
de alguna que otra hoja
olvidadiza y tostada
de su estación ya ida
que descuidó arrastrarla lejos.
Oigo insistentes vuelos,
no cesan,
acompañan un crascitar impenitente
de asilvestradas cotorras
que describen flechas
en estelas verdes
en el blanco tiznado
en el aire de este ocaso bullicioso.
Mis pasos fatigados
describen cansados apoyos
en cualquier parte,
con sus eses rotas,
miro al frente y dos adolescentes
desiguales
parecen besarse tan intenso…,
semejara ser el último
beso por apasionado y dilatado.
No puedo por menos que admirarlos,
barrunto en mí algo semejante
a una desazón que me pregunto:
¿Será mansa envidia?
No me respondo.
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