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SANTA COLOMA DE GNET.
Has sonreído en tus grises,
te he mirado expectante
al encontrarte.
Me agobias con tus altos
y tus cimas de cemento que me oprimen;
me ahogas con tus ruidos infernales
y respiro bocanadas de tu aliento
putrefacto.
La mierda que piso por tu acera
es como un bálsamo que denuncia
la injusticia.
Cuando llego al interior del aula
treinta y tantos cachorros se encuentran indefensos,
reclaman esa ayuda que les niego
queriéndoles dar mi cuerpo entero.
Cuando circulo y me pierdo
en ese laberinto de desorden,
cada vez encuentro
en miradas perdidas,
en susurros muertos,
el deseo incontenible de volver
como siempre otra vez
a comenzar.
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